XXX

a modo de diario #2




Hoy a llovido todo el día, como en una mala novela he visto pasar la mañana y la tarde y ahora camino por el jardín húmedo de la casa; mientras mi mujer trabaja con alguna de sus plantas me siento en el banco que tenemos en ese lugar desde donde veo, con cierta repugnancia, como un grupo de ratas hacen equilibrio en las ramas del níspero. Me pregunto; si se comen los huevos de los pájaros que hacen nido en ese árbol. Hace días veo a un colibrí posarse en dichas ramas y me a dado ilusión imaginarme que ha hecho su casa en ese lugar. No voy a tomar medidas contra las ratas. Quiero dejarles comida, como semillas u otro material comestible, pero no creo que con eso evite que tomen por asalto los huevos de las aves. Mis perros saben cazarlas y más de una vez me he encontrado con alguna de ellas muertas en el jardín, pero nunca había visto tantas, y tan temprano. Lo primero que imagino es que si esto es causa de la lluvia; luego recuerdo que unos de mis vecinos casi mata a mi gata con un balín de plomo, de esos que se usan en rifles o pistolas de aire comprimido. Con ese plomo le destrozo el femún de muslo izquierdo, pero además; por ser una lesión tan alta en la cadera no reparo su hueso correctamente, quedando la pobre gata con una cojera permanente. En realidad el animal tuvo suerte, pero los otros gatos, que se podían ver sobre mi techo y otros techos aledaños, han ido desapareciendo desde que paso este incidente. Todo es una cuestión de equilibrios,pienso, mientras miro el lomo arqueado de una de las ratas que hace malabares entres las ramas de mi bellísimo árbol: que ya no habrá gatos en la manzana de mi barrio; pero mi vecino, seguirá encontrando a sus pájaros muertos en las jaulas de su terraza.  

Sábado, 10 de diciembre de 2016.
 

Copyright ©
Gustavo Cavicchia.

Salva un árbol
escribe en papel virtual.

Cuando uno esta solo en casa...

Por Gustavo Cavicchia.

   Qué agradable es ponerse a escribir después de un día de trabajo en la maquinita (por mi computadora; no creo poder redactar nada en una maquina de escribir de verdad), mirar por la ventana del cuarto donde estoy sentado en casa, y ver ese sol mendocino entregarse a la montaña; qué lo abraza, qué lo estruja, qué le exprime, por así decirlo; hasta su última gotita de color amarillo y naranja: que no es otra cosa que la sangre del sol, que chorrea por todos lados ; por las casas, por los autos ( que no veo, pero siento sus chillonas bocinas en la calle), en el patio, en mis perros, en mis plantas hasta desangrarse completamente, morirse y permitir por fin que se haga la noche. 

   Qué hermoso, qué rico, qué sabroso es dejar la mente subir al cielo como un globo morado que nadie ve. Gritar con el pecho abierto sin temor a los ecos o decires de los demás; es romperle el tuje a la monotonía, tocarle el poto a la seriedad, reír, cagar, oler a las mujeres y a las flores y a las mujeres robarles besos con lengua y bocas enamoradas... ¡dale campeón.! Y a las flores robarlas porqué si... porque son lindas. 

   Qué lindo es darle rienda suelta al panteísmo del alma, romperse uno en diatribas de colores, en arco iris inmensos, en soliloquios áfonos sin sombras y dejar que el verde de la vida te domestique el orti/vb/a dictador que en menor o mayor medida todos llevamos en nuestro interior silencioso. 

   Estar solo en casa es despacharse el cuerpo a cuatro manos, es vivir sin jefes, sin horarios, sin las cuadradas expendedoras de café de las oficinas públicas, esos cuarto de tortura, esos infames antros hambrientos de nuestra energía vital, de nuestros sueños más sinceros. 

   ¡Cómo me gusta!. ¡Qué hermoso!. ¡Qué agradable!.¡Qué lindo es estar solo en casa en bolas y realizarnos como se nos de las reverenciadoras pelotas!. 





Copyright ©Gustavo Cavicchia.-
Todos los derechos reservados. 




0